05 Jun, 2012

Blanca y radiante va la novia

Había un vez un país no muy lejano llamado Gran Bretaña donde el 24 de mayo de 1819 nacería, fruto de Eduardo (Duque de Kent ehijo del rey Jorge III) y de la princesa María Luisa de Sajonia-Coburgo, la que sería una de las reinas más importantes que daría la historia: la Reina Victoria.

Una vez aquí, os preguntaréis, ¿y esto que tiene que ver con la fotografía y las bodas?

Pues bien, un frío día de febrero, Alejandrina Victoria (nombre con el que fue bautizada) contrajo matrimonio con su primo Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha, uno de los poquísimos jóvenes que la soberana había tratado en su adolescencia.

Una vez más, os preguntaréis, ¿de qué va esto? Vale, vale, ya os lo decimos.

La reina Victoria eligió el color blanco para el vestido de matrimonio. Hasta ese momento, las novias podían casarse de cualquier color, a excepción del negro, reservado para el luto, y el rojo, que era el color de las prostitutas.

Pero ese día, la Reina Victoria, no se sabe muy bien porqué, eligió el blanco para dirigirse al altar y casarse con su primo Alberto. Estamos seguros que ni ella misma era consiente de que este acto, a priori insignificante, marcaría para siempre (o al menos hasta ahora) las tradiciones de casi todas las mujeres del mundo.

Quizás el motivo que llevó a la joven reina a tomar esta decisión fue un acto de rebeldía ante los constantes enfrentamientos con su protectora madre, o el fuerte carácter fruto de su ascendencia alemana, pero lo cierto es que la Reina Victoria impuso una moda que ha llegado hasta nuestros días como si nada.

El estilo victoriano, es sinónimo de prosperidad en toda su amplitud. Cuando Victoria accedió al trono, Inglaterra era un país fundamentalmente rural, pero cuando murió, 64 años después, era una potencia altamente industrializada.

Además, durante su reinado se ganó mucho en los derechos de la mujer, ganaron el derecho a la propiedad después del matrimonio a través del Acta de Propiedad de las Mujeres Casadas, el derecho a divorciarse y el derecho a pelear por la custodia de sus hijos tras separarse de sus marido.

Quizás, las novias de la época, intentando imitar a su amada reina o considerando que la prosperidad del país se debía a su elección del blanco para dar el ‘sí quiero’,  continuaron con una tradición que llega hasta nuestro días.

Lo cierto es que han sido millones de mujeres, durante más de 170 años, y otras tantas en el futuro las que, al vestirse de blanco para caminar hasta el altar, están recordando y rindiendo homenaje a esta gran mujer.

2 Comments:

  • vanessa junio 06, 2012

    Pues otro motivo más para casarme de blanco! Ea! Se lo voy a enseñar a todo el que me diga que no puedo por no ser «virgen»!! jejeje

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