Hoy nos gustaría centrarnos en algo muy nuestro: la fotografía. Más concretamente en el eterno debate entre la fotografía a color y la fotografía en blanco y negro.
En Doble Imatge amamos el color, ¿para qué negarlo? La fotografía llena de colorido, de luz, de energía, es una de nuestros grandes fuertes y probablemente nuestra tendencia sea más hacia este formato.
Sin embargo, jamás renunciamos a una buena fotografía en blanco y negro, ya que ninguna como ésta puede mostrar con tanta hermosura momentos íntimos, delicados, llenos de elegancia y de sentimientos.
Elegir qué fotografía mostrar en color y cuál en blanco y negro no es tarea fácil. Para nosotros, normalmente, es una cuestión de inspiración, de lo que la imagen nos pide, lo que nos susurre desde el otro lado de la pantalla. ¿Así de simple? La verdad es que sí, así de simple, al menos para nuestros ojos.
Pero por intentar adentrarnos un poco más en el tema, siempre depende del instante captado, de qué queremos trasmitir en ese momento. Si lo que nos dice la fotografía es que la captura está exultante de alegría, de fuerza, esa foto debe ir en color, debe desprender todo eso que hemos sentido y captado a través del objetivo.
Mientras, cuando las fotografía nos enternece, nos toca el corazón, nos hace enamorarnos una y otra vez de la imagen que captamos, muy probablemente esa foto acabe siendo en blanco y negro.
Sin embargo, no todo es tan simple como color y blanco y negro. Una de nuestros grandes amores son los contraluces: esas imágenes que, ya sea en edición, ya sea porque la luz se comporta con cariño con nosotros, nos genera figuras, siluetas, que pese a su oscuridad hablan por sí mismas, sin necesidad de matices ni color, enmarcadas en un precioso halo sepia o anaranjado del atardecer o el amanecer.
Este tipo de imágenes son probablemente las más difíciles de lograr. Como decimos, todo depende de que la luz se comporte y para ello, toca madrugar o esperar a la caída de la tarde. Cuando ese momento mágico se presenta es cuando fotografías de este tipo se dibujan ante nosotros.
Luego, por supuesto, en todo este proceso los novios tienen mucho que decir y nosotros siempre tenemos las orejas bien abiertas a lo que buscan. Al final, son ellos quienes mandan, quienes nos guían a través de sus gustos, sus expectativas y sus sueños. Y nosotros tratamos siempre de hacerles felices. Ese es nuestro trabajo al fin y al cabo, lograr la sonrisa antes, durante y después de la foto 😉
Cuéntanos, ¿a ti cómo te gustan más las fotos? ¿En color, blanco y negro, sepia…?