Seguro que ni se os ha pasado por la cabeza que la alfombra sobre la que caminaréis hacia el altar no sea de otro color que roja. ¿A qué no? Pero ¿sabéis el porqué de esta tradición?
Para empezar ni siquiera tiene que ver con la religión, con ninguna. La primera vez que se habla de una alfombra roja es en la mitología griega. Más exactamente, en la tragedia de Agamenón, en siglo V a.C., escrita por el dramaturgo Esquilo.
Según cuenta, Clitemnestra intenta convencer a Agamenón para que camine por una alfombra. Si bien algunas versiones apuntan a que ésta era púrpura, otras afirman que era roja.
Sin embargo, su uso proviene de muchas tradiciones y tienen otros tantos significados. En la antigüedad era utilizada por los Reyes y personalidades vinculadas a la realeza, para demostrar su importancia. Pero fue en Francia, en el siglo XVI, cuando comenzó su instauración, para hacer saber al pueblo que por allí caminaría el rey.
A principios del siglo XIX, el presidente de los Estados Unidos, James Monroe fue recibido con una alfombra roja durante la visita oficial que realizó a una plantación de Georgetown, en Carolina del sur.
El origen actual lo podemos datar un siglo más tarde cuando la compañía ferroviaria 20th Century Limited, inaugurada en 1902, destacó como una de las mejores y exclusivas del mundo. Los viajeros, al fueron recibido con una reluciente alfombra roja que les confería importancia, prestancia y, por supuesto, glamour.
Hay otras teorías que afirman que el color rojo es símbolo de honor y respeto, no solo de los novios hacia los invitados sino también entre ellos.
Así que bien podemos pensar que la intención de que los novios caminen por una alfombra roja es la de equipararlos a los reyes y a las grandes personalidades. Y al fin y al cabo es el lo que son, al menos por un día ¿no?.