Uno de los secretos mejor guardados de una boda es, evidentemente, el vestido de la novia, pero hay algo en éste que le hace aún más merecedor de las miradas de todos los invitados al evento: la cola.

Los motivos que llevaron a su uso son ambiguas. Hay que piensa que el número de hijos que tendrá el matrimonio depende de la largura, cuánto más larga, más hijos, hay quién cree que es señal de pureza; cuánto más larga más pura es la novia.

Y otros, que seguramente son los más certeros, apuntan al poder económico, ya que la persona que la lleva ocupa más espacio al caminar. Así, cuánto más larga es, más dinero y más nivel social tiene la novia.

Hay que saber que antiguamente las clases altas llevaban vestimentas muy lujosas, llenos de abalorios que hacían muy difícil caminar o moverse, síntoma inequívoco de que no tenían necesidad de trabajar.

Sea cuál sea el motivo real de las colas de los vestidos de novia, lo cierto es que impregna al momento de cierto halo de solemnidad, majestuosidad y elegancia.

Ante esto hay que tener en cuenta que existen diferentes tipos de colas:

La Barrida es la cola más corta, apenas se arrastra al caminar y da un pequeño volumen a la parte posterior del vestido.

De la Corte: es ligeramente más largo que la Barrida y se usa en la mayoría de las ceremonias.

De Capilla: se podría clasificar como una cola intermedia entre las dos anteriores y la de Capilla y la Cola Catedral, éstas últimas más ceremoniosas.

Cola Catedral: es para novias más tradicionales y se usa en ceremonias muy formales. Se extiende dos metros desde la parte baja de la cintura y quien la lleva, es seguro que necesite ayuda.

Cola Real: mide casi tres metros y ocupará todo el pasillo de la iglesia. La novia que decide llevar este tipo de cola debe tener en cuenta que la celebración y el convite deben estar a su altura en majestuosidad.

Cola Watteau: es la única cola que no sale de la cintura sino de los hombros. Puede tener la misma longitud que el vestido, puede caer directamente al suelo o se puede prolongar un poco más.

En definitiva, llevar o no cola depende de la novia, así como el largo, pero quién la lleva sabe que otorga al vestido y a ella misma, un toque de glamour digno de la realeza, además del romanticismo de las princesas de cuento.